Psic. Liliana Guzmán | Psicóloga en Red Clínica de Psique & Ser
"Lo que se presenta en el cuerpo como un aumento del tejido adiposo, es decir, una alteración somática, es, en el alma, un drama inconsciente" — Chiozza, <em>1995</em>
Con motivo del día mundial contra la obesidad que tuvo lugar, el pasado 4 de marzo, y entendiendo que México ocupa el primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil y el segundo lugar en población adulta. Psique & Ser se suma a la campaña de concientización bajo el lema: 'Cambiando las perspectivas: hablemos sobre la obesidad.'
Como bien sabemos, la obesidad es una enfermedad crónica que se caracteriza por el aumento de grasa corporal, que es asociada a un riesgo latente para la salud. Además, que la causa principal obedece a un desequilibrio energético entre las calorías que se consumen y las que se gastan. Sin embargo, si alguna vez has intentado bajar de peso, te habrás dado cuenta que para resolver la ecuación y bajar de peso, hay muchas otras variables a despejar. De lo contrario, su tratamiento sería mucho más sencillo.
En primer lugar, la obesidad está directamente vinculada al acto de comer, y el alimentarnos, va mucho más allá de solo ser un acto. Comer no solo obedece a una necesidad imprescindible para poder sobrevivir, sino que también es un medio que nos convoca al placer y al gozo.
Y ¿Por qué gozamos cuándo comemos? Porque el acto de comer se inicia en la boca, y la boca es un órgano multitareas: Según Freud en su teoría de desarrollo psicosexual, la boca es una zona erógena. Entonces, la boca no solo da lugar a la digestión, la boca es un órgano que nos permite sentir placer y que, además, interviene en nuestras relaciones amorosas, porque la boca se usa para besar y también se usa para…hablar. Y para lo que se te ocurra; para eso también.
Por otro lado, el comer se abraza con el deseo. Si bien es cierto que todos comemos, no todos comemos lo mismo. Cada uno come lo que le gusta, comemos lo que se nos antoja y no necesariamente lo que nos nutre. ¿Te suena?
Y si le seguimos, te tengo otra noticia: La comida nunca es solo comida, es también un vehículo por el cual cuando éramos muy pequeños, fuimos dotados de nuestra primera despensa afectiva. Como recién nacidos, al ser amamantados, más que nutrientes, obtenemos sensaciones de sentirnos amados, cuidados y protegidos (en el mejor de los casos). Esa despensa de afectos, aquel acercamiento, dejará una huella como sello personal que nos acompañará toda la vida y fundará nuestra relación con la comida. Posteriormente, utilizaremos la comida no solo para cubrir una necesidad biológica sino para evocar nuestros deseos vitales, deseos que se inscriben en nuestro mundo interno, en nuestro psiquismo, en nuestra subjetividad. Alimentarnos entonces, será una forma de saciar y paliar nuestras necesidades psíquicas más profundas, en una suerte de compensar, con falta o con excesos de comida.
Entonces, si toda la cuestión para bajar de peso se sostuviera en solo saber cómo, cuánto, qué comer y qué no comer. Sería mucho más fácil y nadie tendría obesidad. Sin embargo, la obesidad es una enfermedad multifactorial, compleja, que se anuda y se desanuda como un tejido entre la alimentación y los afectos. Entre lo psíquico y lo somático. Por ende, su abordaje implica un seguimiento multidisciplinario.